lunes, 2 de enero de 2012

LA POLÍTICA EN LOS TIEMPOS DE LA CÓLERA

Por Enrique Masllorens, Periodista y dirigente peronista porteño

(‘Tiempo Argentino’, 02/01/12)

En la novela de García Márquez sobre la fidelidad, la constancia, la persistencia de la pasión y el amor en tiempos del cólera, es esta muy virulenta enfermedad la que dibuja, a principios del siglo XX, el trasfondo de la trama. Ningún contratiempo, obstáculo o espera sin certezas, detienen o tan siquiera apaciguan el devastador amor de Florentino por su Fermina. Esa obstinación sentimental del enamorado durante 60 años da al final el fruto deseado, el premio anhelado.

En sentido contrario a los buenos y nobles sentimientos de la novela, los últimos seis decenios de nuestra historia están cruzados por la cólera y el odio de quienes en nombre del republicanismo, la libertad y la democracia han intentado, conseguido y vuelto a intentar, detener y desvirtuar la opinión y las decisiones de las mayorías. Pastoreando rencores sin solución de continuidad desde la década del ’50 y la vileza del “Viva el cáncer!” hasta nuestros tiempos, la visión de una sociedad que no acepta sus designios, que decide su camino, que se rebela contra la injusticia y que no acepta las órdenes de los intereses minoritarios ni el deber ser de un capitalismo financiero y corporativo que cruje y hambrea, los irrita y los obliga al doble discurso que es su marca de identidad.

Una catarata incontenible de cuestionamientos, alertas de peligros inminentes para la salud de la República, apelaciones a la moderación, exigiendo incluso implementar medidas contra natura de lo respaldado y ratificado por más del 54% del pueblo en las urnas, y hasta de improperios de toda laya, son el paisaje que pinta y difunde la corporación mediática. Huérfanos de apoyo contundente, los opositores de siempre se adosan como rémoras al lomo del tiburón monopólico, para ver si pueden comer de las sobras del depredador. Y por esas migajas son capaces de hacerse los horrorizados y defensores de la libertad de expresión, votando en contra o absteniéndose cuando se decide que el insumo básico para la edición de diarios y revistas se convertirá en un bien de interés público, equitativo y antimonopólico.

Los inventores y partícipes necesarios del Grupo A que buscaron privar de instrumentos para seguir creciendo y gobernando, entrando arrasadoramente y sin miramientos ni respeto por las tradiciones y la ética, para repartirse comisiones del Congreso de la Nación, ponen el grito en el cielo y en las pantallas amigas, olvidando maliciosamente lo que ellos mismos hicieron. El desfinanciamiento antipatriótico del Estado era la base consensual buscada para derribar o debilitar al gobierno popular.

La coherencia, alineamiento y apoyo de los legisladores oficialistas con el movimiento nacional y popular que encabeza la presidenta es nuevamente motejado como la “escribanía de gobierno”. El columnista opositor militante Eduardo Van Der Kooy titula una de sus notas en Clarín diciendo que el ”sistema político quedó desbalanceado” y aprovecha para advertir a la oposición –como si fuera un solo bloque a las órdenes de la escribanía de Magnetto– que tiene que comprender a la realidad a la que se enfrenta (sic). Mienten descaradamente cuando se quejan del poco tiempo para estudiar y debatir proyectos de ley que en realidad han sido presentados y prolijamente cajoneados durante meses. Hablan de ofensiva kirchnerista cuando el Poder Ejecutivo propone y reclama leyes para seguir avanzando. Los gobiernos de Néstor y Cristina han sido y son de gestión constante, sin pausa y a favor de las mayorías populares. Y aunque es harina de otro costal, en la misma nota aprovecha para exponer obscena y ofensivamente su gorilismo, ironizando groseramente sobre la lealtad de los peronistas. Los ejemplos se suceden y entre tanto los capitostes periodísticos recorren los programas amigos mostrando congoja, porque a sus periodistas los miran mal o se sienten señalados por la sociedad, uno de esos apichonados profesionales es capaz de escribir en letras de molde que la presidenta no debía sentir mucho la muerte del economista Iván Heyn porque esa tarde había sonreído en la Cumbre del Mercosur. Si de bajezas se trata, la del Dr. Nelson Castro asociando enfermedad y poder escudado en su condición de médico y ocultando su militancia ferozmente opositora para buscarle un costado perverso a la enfermedad de Cristina, lo define y lo describe a él mismo. Ni qué decir de los comentarios enfermizos y brutales de los foros de los diarios apropiadores a sangre y tortura de Papel Prensa. Conociendo a muchos de los periodistas que trabajan en esos medios, a los que sé honestos y bienpensantes, me pregunto si lo que ven sus jefes no es la preocupación por las reacciones de la gente, si no meramente culpa, vergüenza, remordimiento y el miedo a perder el trabajo y quedar marcados para siempre. Y para los que se defienden agitando las declaraciones altisonantes de la SIP o de sus sucedáneos locales, habrá que recordar las palabras de Perón en el exilio en 1957: “Los congresos internacionales de editores no son otra cosa que reuniones sui generis de directorio o de empleados que van a esas reuniones a recibir instrucciones. El Pueblo les ha llamado con propiedad ‘la voz del amo’ o ‘los diarios encadenados’”.

Tanta estulticia, tanta mentira organizada y repetida hasta el hartazgo busca socavar la fe de los que estamos comprometidos con una Argentina cada vez más justa y que apoyamos y respaldamos a este gobierno nacional, popular, transformador y democrático. Seguiremos detrás de Cristina, que nos marca el camino del trabajo, de la tolerancia, del respeto al otro, de la inclusión. Pero ni jueguen con nuestra esperanza.

¡Fuerza, Cristina! ¡No estás sola!

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