sábado, 21 de enero de 2012

¡ES EL ESTADO, ESTÚPIDO!

¡ES EL ESTADO, ESTÚPIDO!
Por Enrique Masllorens, periodista

Son extremadamente profesionales y bastante efectivos. Nada está librado al azar. Los coroneles del ejército mediático concentrado no confían únicamente en sus saberes. Están debidamente asesorados por especialistas de diversos campos. Marcan tendencia. La cadena de mandos está aceitada y fluye naturalmente. No necesitan dar órdenes ni crear ámbitos cerrados y conspirativos. Los medios y los periodistas satélites –aun los que posan de superados y progresistas– y los dirigentes políticos o sectoriales mendigos de espacio y promoción, repiten, amplifican y sobreactúan las coordenadas que les marcan sus mandantes y protectores. Algunos pocos por convicción y otros porque “por la plata baila el mono”. Y el gorila también. En definitiva, su ética y su estética es la del dinero y los intereses particulares o corporativos. Por derecha y por izquierda.
Ante la contundente y creciente adhesión que desde 2003 han tenido y tienen los gobiernos de Néstor y Cristina, el procedimiento descalificador, relativamente sutil y que intenta minar las bases de sustentación del modelo en marcha, es el de la personalización y la consiguiente estigmatización y banalización de las decisiones y acciones de gobierno. El ejemplo obsceno, paradigmático y burdo fue aquella tapa de Clarín: “Cristina necesita más plata y lanza otra moratoria.” Hay decenas de tapas y notas que contribuyen a personalizar y centralizar en la presidenta, intentando ubicarla como una monarca y no como una gobernante libremente elegida. En esa misma línea trabajaron antes con el sonsonete de “la pareja gobernante” y ahora le dan una entidad cuasi tenebrosa y discrecional a Máximo Kirchner.
Esta fórmula que aplica Magnetto como si fuera una receta magistral tiene una doble vía de acción. El primer efecto buscado es el descreimiento de la política y el intento de desarticular y convertir en un monstruo al Estado. Es la antigua y persistente lucha de la restauración oligárquica y el cipayismo de la izquierda desorientada que desde el Estatuto del Peón de Perón en 1944, y fundamentalmente desde la asunción del General en 1946, se han encontrado pivoteando entre retiradas estratégicas y ofensivas de todo tipo y color, los primeros y sin una razón valedera de ser, los segundos.
Cebados por los gravísimos efectos culturales y económicos de la década infame, iniciada por la defección entreguista del menemismo y continuada por la ineficiencia de la Alianza de zapatitos blancos embarrados, el poder real creyó haber completado su obra de destrucción del Estado, continuando aquel “achicar el Estado es agrandar la Nación” de la dictadura cívico-militar.
La otra vía elegida y machacada por los operadores es la de la extrema personalización de las decisiones del gobierno para establecer un blanco y dotarlo de características ominosas o derivadas de algún trastorno de personalidad, como si fueran entes autónomos que actúan por su cuenta y por lo tanto incontrolables. A la presidenta le adjudican todo tipo de conductas autoritarias, actorales, despóticas e inconsultas. A La Cámpora –ya lo escribimos– se le endilgan las peores intenciones, y en el fondo envidian la pasión militante y la juventud de sus formados cuadros. Pero, ¿quién puede dudar que el objetivo principal de esta campaña es el secretario de Comercio Interior Guillermo Moreno? Más allá de la mala intención de reparar en modos o estilos personales, Moreno viene desarrollando una tarea constante sin pausas ni agachadas en defensa de la mesa de los argentinos, de nuestra industria nacional, de una economía libre –en el sentido peronista del concepto– y de promoción y defensa de los valores nacionales. Esta incesante labor que toca y recorta muchos intereses monopólicos y de abuso de posición dominante le han granjeado una caracterización absolutamente injusta y falaz, que impide que gran parte de la población repare en el gran servicio patriótico que está prestando. En estos días está cerrando acuerdos con las majors norteamericanas de contenidos de cine y televisión, que tienen el 80% de lo que vemos en nuestras salas para que distribuyan producciones argentinas en el resto del mundo. Seguramente no apelará sólo a la buena voluntad de los empresarios. Algunos podrán catalogar como aprietes a la firmeza con que Moreno defiende el trabajo de artistas y técnicos locales y la visibilización de nuestro país, que es otra forma de seguir colocando otros productos industriales en todo el mundo. El Grupo Clarín recibió el contundente 54% de los votos de octubre con una de las dos maniobras de que se valen los golpistas para derrocar gobiernos democráticos: el intento de provocar una corrida del dólar e incitar la fuga de capitales. La Secretaría de Comercio defendió al país con medidas de ordenamiento y clarificación de los activos que querían huir y desfinanciar a los argentinos.
Por más que intenten cubrir con una espesa niebla que nos impida ver la profundidad y el sentido de todas las medidas del gobierno nacional y popular, lo que debe saberse, lo que hay que reiterar es que todos y cada uno de los funcionarios –incluido Moreno– son el Estado. Que son piezas de un mismo engranaje que hace crecer y reparte entre los más vulnerables. Que nadie actúa por cuenta propia. Que el modelo lo conduce Cristina y que a cada uno le toca jugar un rol en la consolidación y profundización de las acciones de gobierno.

jueves, 12 de enero de 2012

La joven guardia

La joven guardia
Por Enrique Masllorens
Secretario Ejecutivo – Consejo Federal de la Televisión Pública

Aunque quisiera, no podría integrar ninguna de las diversas juventudes peronistas de la actualidad. Ni La Cámpora, ni la JP Evita o Descamisados, o la Juventud Sindical o Kolina. Aunque me sienta renovado, con la pasión intacta, con la fe y la esperanza que me brotan en esta inesperada primavera que nos regala la Patria y la memoria de tantos compañeros de sueños y utopías. A los de mi generación militante nos une con ellos el mismo proyecto, la misma continuidad histórica y el compromiso indomable por una Argentina justa, libre y soberana. Nos sentimos parte de la misma lucha emancipadora. Además de las coincidencias de metas y de las construcciones necesarias, caracterizamos sin tibiezas ni ambages a los enemigos del movimiento nacional y popular.
Aun los que estamos entrenados para decodificar los mensajes abrumadores, falaces y apocalípticos de los monopolios mediáticos en operaciones y a sus voceros de la oposición ninguneada en las urnas, tenemos que hacer un ejercicio de sensatez para evitar “comprar” la demonización y estigmatización de estas organizaciones, especialmente de La Cámpora, a la que se le atribuyen todo tipo de operaciones, intereses espurios y una mera vocación por los cargos y los contratos sin ningún sustento ideológico. La reacción conservadora los apunta, los calumnia hasta llamarlos talibanes, provocadores o irrespetuosos. Como escribí en otra columna, hasta el inefable senador radical Gerardo Morales les enrostró a los belicosos correligionarios que se agarraron a trompadas en la Convención de la UCR que “parecen de una reunión de La Cámpora”, como si hubiera antecedentes de comportamientos similares.
Con estos antecedentes, quiero contar una historia, que como todas tiene nombre y apellido, aunque la mayoría no tengan registro público. Porque como canta Joaquín Sabina, “en el diario no hablaban de tí, ni de mí”.
Integro desde su fundación en septiembre de 2007 el Consejo Federal de la Televisión Pública que reúne a los 15 canales de gestión estatal de todo el país, entre ellos el Canal 9 de Río Gallegos. Hace un año aproximadamente se retiró de la presidencia de esa emisora un gran director, Gabriel Aguirre, y asumió el joven Martín Hernández, militante de La Cámpora. Durante su gestión compartimos encuentros en diversas provincias, reuniones de trabajo, la realización del Panorama Argentino, la implementación de concursos con el INCAA, los planes de apoyo concreto y efectivo del Consejo Asesor de la TVDA del Ministerio de Planificación. Lleno de proyectos, compañerismo y sencillez, se integró al resto de los directores de la televisión nacional por una comunicación que hace foco en el ciudadano y no en el consumidor. Uno de los nuestros.
Hace pocos días, luego de los conflictos sucedidos en Santa Cruz a raíz de las medidas tomadas por el gobernador Peralta, me llamó para informarme que había renunciado como actitud militante y por sus convicciones. Renunciaba también a una ilusión, a un proyecto de gestión y a eso que tanto preocupa a los mercaderes y fariseos: a un sueldo importante dada la jerarquía del cargo y que es el estipulado en la administración provincial. Rápidamente sentí una conexión y una suerte de hermandad con las actitudes que se fueron tomando en los años ’73 y ’74 cuando las circunstancias quemaban. Le recordé la decisión de renunciar de los ocho diputados de la JP, en desacuerdo con medidas represivas, y también lo que nos sucedió a los que trabajábamos en el Departamento de Comunicación Social que dirigía Nicolás Casullo en el Ministerio de Educación de la Nación, a cargo de Jorge Taiana (padre), que nos fuimos y nos fueron tanto por la asunción del fascista Ivanisevich como por las bandas terroristas de la Triple A. Sentí orgullo y tranquilidad. Como Néstor, como Cristina, estos pibes no dejan las convicciones en la puerta de los organismos donde circunstancialmente les toca estar y gestionar. Lo felicité y le pedí que lo hiciera extensivo a sus compañeros.
Cuando uno escucha y lee las declaraciones desagradables y conspirativas sobre la buena nueva de la inexistencia del carcinoma de la presidenta por parte de Hermes Binner, el hombre que nació viejo, o de Margarita Stolbizer, la mujer sin pausas, o de Humberto Tumini, ¿te acordás hermano?, no puede menos que pensar que el que perdió el tren también perdió la brújula y ya no puede ir a ningún lado. De los cercanos al vetador compulsivo Mauricio Macri no vale la pena abundar. Nada bueno o humano les es posible. Y a todos ellos, a sus mandantes los une el espanto y el resentimiento de ver a tantos y tantos jóvenes acompañando a Cristina, reivindicando a Néstor y cantando la marcha peronista convencidos de que tienen su lugar y que son presente y futuro.
Entre 1968 y 1971 integré un grupo musical que se llamó La Joven Guardia. El mismo nombre nos impidió –afortunadamente–hacer patéticos reencuentros nostálgicos. ¿Cómo sería posible si en vez de “Extraño de pelo largo”, por lo menos yo, lo único que extraño es el pelo? Bienvenida sea pues la sangre nueva, esta nueva joven guardia, ahora en paz, en plena democracia. Y los que peinamos canas o peinamos poco seguiremos codo a codo, porque juntos somos más. A pesar de los viejos vinagres y de los dinosaurios.

lunes, 2 de enero de 2012

LA POLÍTICA EN LOS TIEMPOS DE LA CÓLERA

Por Enrique Masllorens, Periodista y dirigente peronista porteño

(‘Tiempo Argentino’, 02/01/12)

En la novela de García Márquez sobre la fidelidad, la constancia, la persistencia de la pasión y el amor en tiempos del cólera, es esta muy virulenta enfermedad la que dibuja, a principios del siglo XX, el trasfondo de la trama. Ningún contratiempo, obstáculo o espera sin certezas, detienen o tan siquiera apaciguan el devastador amor de Florentino por su Fermina. Esa obstinación sentimental del enamorado durante 60 años da al final el fruto deseado, el premio anhelado.

En sentido contrario a los buenos y nobles sentimientos de la novela, los últimos seis decenios de nuestra historia están cruzados por la cólera y el odio de quienes en nombre del republicanismo, la libertad y la democracia han intentado, conseguido y vuelto a intentar, detener y desvirtuar la opinión y las decisiones de las mayorías. Pastoreando rencores sin solución de continuidad desde la década del ’50 y la vileza del “Viva el cáncer!” hasta nuestros tiempos, la visión de una sociedad que no acepta sus designios, que decide su camino, que se rebela contra la injusticia y que no acepta las órdenes de los intereses minoritarios ni el deber ser de un capitalismo financiero y corporativo que cruje y hambrea, los irrita y los obliga al doble discurso que es su marca de identidad.

Una catarata incontenible de cuestionamientos, alertas de peligros inminentes para la salud de la República, apelaciones a la moderación, exigiendo incluso implementar medidas contra natura de lo respaldado y ratificado por más del 54% del pueblo en las urnas, y hasta de improperios de toda laya, son el paisaje que pinta y difunde la corporación mediática. Huérfanos de apoyo contundente, los opositores de siempre se adosan como rémoras al lomo del tiburón monopólico, para ver si pueden comer de las sobras del depredador. Y por esas migajas son capaces de hacerse los horrorizados y defensores de la libertad de expresión, votando en contra o absteniéndose cuando se decide que el insumo básico para la edición de diarios y revistas se convertirá en un bien de interés público, equitativo y antimonopólico.

Los inventores y partícipes necesarios del Grupo A que buscaron privar de instrumentos para seguir creciendo y gobernando, entrando arrasadoramente y sin miramientos ni respeto por las tradiciones y la ética, para repartirse comisiones del Congreso de la Nación, ponen el grito en el cielo y en las pantallas amigas, olvidando maliciosamente lo que ellos mismos hicieron. El desfinanciamiento antipatriótico del Estado era la base consensual buscada para derribar o debilitar al gobierno popular.

La coherencia, alineamiento y apoyo de los legisladores oficialistas con el movimiento nacional y popular que encabeza la presidenta es nuevamente motejado como la “escribanía de gobierno”. El columnista opositor militante Eduardo Van Der Kooy titula una de sus notas en Clarín diciendo que el ”sistema político quedó desbalanceado” y aprovecha para advertir a la oposición –como si fuera un solo bloque a las órdenes de la escribanía de Magnetto– que tiene que comprender a la realidad a la que se enfrenta (sic). Mienten descaradamente cuando se quejan del poco tiempo para estudiar y debatir proyectos de ley que en realidad han sido presentados y prolijamente cajoneados durante meses. Hablan de ofensiva kirchnerista cuando el Poder Ejecutivo propone y reclama leyes para seguir avanzando. Los gobiernos de Néstor y Cristina han sido y son de gestión constante, sin pausa y a favor de las mayorías populares. Y aunque es harina de otro costal, en la misma nota aprovecha para exponer obscena y ofensivamente su gorilismo, ironizando groseramente sobre la lealtad de los peronistas. Los ejemplos se suceden y entre tanto los capitostes periodísticos recorren los programas amigos mostrando congoja, porque a sus periodistas los miran mal o se sienten señalados por la sociedad, uno de esos apichonados profesionales es capaz de escribir en letras de molde que la presidenta no debía sentir mucho la muerte del economista Iván Heyn porque esa tarde había sonreído en la Cumbre del Mercosur. Si de bajezas se trata, la del Dr. Nelson Castro asociando enfermedad y poder escudado en su condición de médico y ocultando su militancia ferozmente opositora para buscarle un costado perverso a la enfermedad de Cristina, lo define y lo describe a él mismo. Ni qué decir de los comentarios enfermizos y brutales de los foros de los diarios apropiadores a sangre y tortura de Papel Prensa. Conociendo a muchos de los periodistas que trabajan en esos medios, a los que sé honestos y bienpensantes, me pregunto si lo que ven sus jefes no es la preocupación por las reacciones de la gente, si no meramente culpa, vergüenza, remordimiento y el miedo a perder el trabajo y quedar marcados para siempre. Y para los que se defienden agitando las declaraciones altisonantes de la SIP o de sus sucedáneos locales, habrá que recordar las palabras de Perón en el exilio en 1957: “Los congresos internacionales de editores no son otra cosa que reuniones sui generis de directorio o de empleados que van a esas reuniones a recibir instrucciones. El Pueblo les ha llamado con propiedad ‘la voz del amo’ o ‘los diarios encadenados’”.

Tanta estulticia, tanta mentira organizada y repetida hasta el hartazgo busca socavar la fe de los que estamos comprometidos con una Argentina cada vez más justa y que apoyamos y respaldamos a este gobierno nacional, popular, transformador y democrático. Seguiremos detrás de Cristina, que nos marca el camino del trabajo, de la tolerancia, del respeto al otro, de la inclusión. Pero ni jueguen con nuestra esperanza.

¡Fuerza, Cristina! ¡No estás sola!