lunes, 28 de noviembre de 2011

CON EL 54% NO ALCANZA...

CON EL 54% DE LOS VOTOS NO ALCANZA...

Por ENRIQUE MASLLORENS, Periodista y dirigente peronista porteño

(Publicado en ‘Tiempo Argentino’, 28/11/11)

Dejaron pasar unos días “como con bronca y junando del rabo del ojo a un costado”. Como cirujas que no quieren ser señalados, escondieron la basura acumulada para mejor ocasión. Tragaron con amarga saliva la sorpresa del pronunciamiento mayoritario. Disimularon el dolor del gancho de izquierda –o mejor, del directo peronista– como esos boxeadores que sonríen sobradores a la tribuna, mientras les flojean las piernas y se les nubla la vista. Acostumbrados a arreglar las peleas, a cambiar los fallos, al contragolpe artero y antidemocrático, decidieron rápidamente volver por sus fueros mal habidos. Se la veían venir desde el aluvión de las PASO de agosto que nunca imaginaron tan abrumador. Pero no están derrotados todavía, porque los intereses que representan son permanentes, como lo es también la lucha por la emancipación nacional que ya recorre más de 200 años de nuestra historia. Si en 1852 el general Urquiza “se vendió por un patacón” como decía una copla de la época, e hizo celebrar a la oligarquía unitaria y al Imperio de Brasil, a Inglaterra, Francia y a los Estados Unidos, acá no hay posibilidades de una derrota del campo nacional como en aquel aciago 3 de febrero en Caseros. Ni se lo piensen.

Como en aquel pliego de condiciones que pretendió imponer el director de La Nación a Néstor Kirchner cuando asomaba el sol del 25 de Mayo de 2003, en nombre de “Washington”, la palabra mágica que convoca al miedo de los cobardes y a la alegría de los cipayos, pretenden ahora el mismo camino pero a través de la política de los hechos. La operación “Tormenta del dólar” liderada mediáticamente por los beneficiarios de la pesificación asimétrica y sostenida por los fondos buitre locales y extranjeros, consiguió avivar los sempiternos temores de los sectores con alguna capacidad de ahorro. No tuvieron el éxito esperado. Firmeza y convicción del gobierno y la antipatriótica andanada hizo agua, a pesar de los augurios catastróficos del autodenominado “militante de la verdad” Marcelo Bonelli y del cerebro de los zócalos, Edgardo Alfano.

Si luego de repiquetear durante años condenando la política de subsidios –que permitieron que los argentinos saliéramos del quinto infierno– la presidenta anuncia que algunos de ellos, y selectivamente, serán retirados, arman un escenario de confusiones, de medias verdades y rotundas mentiras, rotulando la decisión como si fuera un ajuste a la europea. Y a los procedimientos de renuncia los tergiversaron, llegando a decir –como en el caso del heraldo de la mala onda, el periodista de Radio Mitre Horacio Caride– que renunciar explícitamente a ese privilegio era como escribir una carta de perdón por ocho años de beneficios que él no había pedido. Diego Capusotto y su personaje radial Arnaldo Pérez Manija, facho y mala leche, es un poroto al lado de tales desmesuras. “¿Hasta cuándo?”, se pregunta el desaforado Pérez Manija, y nosotros nos preguntamos lo mismo, hartos de las operaciones y las mentiras.

Pegarle a Aerolíneas Argentinas con fuego a discreción fue el paso siguiente. Si hasta convirtieron en un adalid de las buenas maneras sindicales al gremialista barrionuevista Ricardo Cirielli, para seguir pegándonos abajo. Aunque esta nueva y orquestada maniobra forma parte de la demonización de la juventud en general y de La Cámpora en particular. Si los radicales en su Convención se insultan, tiran botellas y tortitas de ricota e intentan irse a las manos, el senador Gerardo Morales dice muy suelto de cuerpo que “parece un encuentro de La Cámpora”, como si hubiera algún registro de desmanes y violencia de sus militantes. Y en La Nación, el columnista Carlos Pagni califica como talibanes a estos jóvenes peronistas que apoyan y militan por el movimiento nacional y popular que ahora conduce Cristina Fernández. La carga peyorativa y plena de agresividad que conlleva una valoración de esta naturaleza revela el odio profundo, atávico y perenne que les producen a algunos los pronunciamientos de las mayorías populares y el surgimiento de nuevas generaciones comprometidas con el país. Huelen –en todo sentido– a viejo y a rancio.

“Sólo la organización vence al tiempo”, decía Perón para convencernos de la necesidad de crear estructuras, canales, redes, cuadros políticos y dispositivos de acción y solidaridad para hacer permanentes las conquistas sociales y mantener el anhelo de justicia con la meta de alcanzar la felicidad del pueblo. Haber alcanzado el 54% de adhesión y de ratificación del rumbo iniciado en mayo de 2003 no alcanza. Los votos son un ordenador y una foto de la Argentina en un momento preciso. Debería ser suficiente, pero no lo es. Ya sabemos de qué son capaces para defender sus intereses. Que no tienen límites, que van a hacer lo posible y aun más para volver a la Argentina de los privilegios para pocos. Que están intentando separar a los trabajadores del gobierno popular. Que van a ensayar todos los métodos posibles para desencantar a quienes recuperamos la alegría y la pasión del compromiso con la Patria, corriéndonos por izquierda. El “se acabó la fiesta” que repiten los voceros de la derecha reaccionaria es el sonsonete que trata de aturdirnos, hacernos dudar, bajar la guardia. Está en cada uno de nosotros la responsabilidad de reiterar cada día ese contrato que establecimos con nuestro futuro y el de los que nos sucedan al depositar nuestro voto y nuestra confianza el pasado 23 de octubre. Y dar testimonio de pertenencia en todo momento y ocasión.

La presidenta sigue dando cátedra de estadista, y siguen adulterando y trastocando sus palabras y conceptos y el sentido de las medidas de este gobierno que no es neutral. Los argentinos sabemos que si nos seguimos uniendo y trabajando por una Patria justa, libre y soberana, lo que se va a acabar es Magnettolandia.

martes, 22 de noviembre de 2011

EVITA... 60 AÑOS DESPUÉS

(...)
“Evita marcó una ruptura con las modalidades anteriores de asistencia a los pobres: en vez de considerarlos como sujetos de compasión y de lástima, pobres de valores, destinatarios de dádivas, eligió comprender estas situaciones como productos de inequidades e injusticias: amplios sectores de la población con deudas de justicia social y los transformó entonces en suj...etos de derecho. Evita no era ya la primera dama, sino la militante.”
(...)
“La actualidad en nuestro país nos encuentra con la vigencia absoluta de ese sentimiento patriótico que ha puesto en la figura de nuestra presidenta, Cristina Fernández de Kirchner, el símbolo máximo de igualdad de derechos y oportunidades en un marco de gran crecimiento y fortalecimiento institucional que genera la revalorización de los ideales de Eva Duarte de Perón con un claro respeto a la justicia social como valor máximo que la justicia puede alcanzar y que nos abraza a todos por igual.”

(OSCAR CUARTANGO, Ministro de Trabajo de la provincia de Buenos Aires)
http://tiempo.elargentino.com/notas/evita-y-voto-de-las-mujeres-60-anos-despues

jueves, 17 de noviembre de 2011

FELIZ DÍA, COMPAÑER@S...



1972 - 17 de Noviembre - 2011

viernes, 11 de noviembre de 2011

martes, 8 de noviembre de 2011

ALTERA EL PRODUCTO….

El orden de los consensos

Por Enrique Masllorens, periodista y dirigente peronista

(Nota publicada en ‘Tiempo Argentino’ el 08.11.2011)

Con la sola excepción de la titular de la Coalición Cívica y su poco significativo grupo de seguidores y legisladores, el resto de la oposición política y mediática sigue con sus consabidos reclamos de establecer consensos por el bien de la democracia. El caso de Elisa Carrió es patéticamente distinto. Se ha proclamado junto a sus feligreses como líder de la “resistencia al régimen”. Es tal el despropósito que uno no sabe si se refiere al gobierno elegido democráticamente y en libertad absoluta, o si está imaginando a una improbable asociación maléfica que la persigue y que podría estar comandada por los doctores Cormillot y Ravena. No es serio. Silencio de radio. Corto y fuera.
El primer dilema que se presenta es el de la definición de “oposición” política, dado que los sectores de poder concentrado siguen intentando instalarla como unívoca y en realidad no lo es. Los desesperados y vanos intentos de Mariano Grondona, de reunir un hipotético frente común antikirchnerista, al viejo estilo de los comandos civiles contra la “segunda tiranía”, son penosos. Todo el Grupo Clarín-Magnetto sigue buscando un imposible. Tan es así que no sólo hay oposiciones variopintas, las hay hasta dentro de los propios partidos –por caso, la UCR– donde han aparecido voces (Leopoldo Moreau, Nito Artaza) y sectores que además de cuestionar las alianzas cometidas, avanzan con sus críticas a las conductas legislativas del centenario partido en temas doctrinarios, como por ejemplo la estatización de las AFJP y la Ley 26.522 de Servicios de Comunicación Audiovisual, a las que se opusieron contrariando su tradición ideológica. O en el amontonamiento de Hermes Binner, donde quien fuera candidata a vicepresidenta, la ex periodista Norma Morandini, ha votado sistemáticamente con posturas lejanas a la tradición de los socialistas testimoniales que integran el FAP. También el peronismo (?) opositor se desgrana progresivamente, quedando sus referentes al borde de constituirse y reciclarse en el viejo Partido Conservador, oligárquico y paternalista. Entonces, la disyuntiva es con quién o quiénes consensuar. O cuáles son los temas de la agenda y quién los fija.
Repasemos algunos mitos y antecedentes. Hay una fábula que sobrevuela el imaginario inducido por los intereses corporativos: los Pactos de la Moncloa, como un camino a seguir. Esa experiencia española de 1977 fue el resultado de la profunda crisis política y económica de la salida de la dictadura cívico-militar-clerical del autócrata Francisco Franco y la condicionada transición a la democracia. Se pusieron de acuerdo en algunos temas económicos y en convalidar la monarquía, pero la derecha no firmó ninguna propuesta vinculada a las libertades públicas. Con la realidad de la Argentina de hoy no existe ningún paralelismo.
Mientras el poder económico y financiero intenta un feroz ataque contra la Nación con una campaña para dolarizar la economía y crear pánico, algunos sectores de la política que sufrieron una contundente y abrumadora derrota electoral callan y hasta hay quienes alientan esta maniobra dolosa contra el pueblo. Este grupo de tareas de la antipatria incita a la gente de a pie a comprar dólares –que como dice el ex director del Banco Central, Arnaldo Bocco “no es una moneda, es un commodity que emite un país imperial sin ningún respaldo” y a su antojo y conveniencia–.
Veamos ahora cuáles fueron las conductas de muchos de los que exigen consensos y se rasgan las vestiduras por la falta de un pretendido “equilibrio” que consideran indispensable para la República, cuando circunstancialmente obtuvieron un número importante de legisladores en el Congreso de la Nación, en las elecciones de medio tiempo de 2009.
En una nota del diario Los Andes de Mendoza, del Grupo Clarín, de septiembre de 2009, se reproduce una columna de una periodista de La Nación titulada “En busca de un Pacto de la Moncloa criollo”. En una pormenorizada crónica se relatan las tratativas, “roscas” y conspiraciones para dejar al oficialismo en un estado prácticamente de rendición y humillación. Luego se vería plasmada esta actitud en la conformación del autodenominado Grupo A del Congreso y su brutal despojo del manejo de comisiones parlamentarias que hacen a la gobernabilidad. Con una furia y revanchismo tal que hasta quedó patentizado con el sonoro cachetazo de la diputada Graciela Camaño de Barrionuevo al diputado Carlos Kunkel. En la nota de referencia, la periodista escribe: “Por ahora, las tratativas no tienen ni miras de incluir al kirchnerismo, aunque Julio Cobos –después de todo vicepresidente de este gobierno– diga que, si quisieran sumarse, los Kirchner deberían tener lugar. En eso Duhalde se muestra más contundente: el matrimonio presidencial, afuera.”
El mundo nos muestra crudamente cómo entiende los consensos el poder económico y financiero: primero los intereses y por último la gente. Alemania y Francia han hecho arrodillar a Grecia luego de que su primer ministro Papandreu osara pretender consultar al pueblo sobre si estaba dispuesto a hundirse en el mar del ajuste sin fin. “El pueblo no sabe nada”, habrán dicho los zares de lo que Cristina Fernández llama el anarco-capitalismo. Y a cumplir.
Antes y después de las elecciones –y con el respaldo de esa abrumadora mayoría conseguida democráticamente–, la presidenta llamó a la unión de todos los argentinos, a incluir a todos los sectores de la política en la construcción de un país cada vez mejor, más equitativo y justo. Nos conminó a no ser “pequeños” denostando a los adversarios, a pensar y actuar en grande.
Debe quedar claro que el compromiso mayor, el consenso, el consentimiento del gobierno, debe respetar la decisión libre y soberana del Pueblo que quiere seguir con el modelo nacional, popular y transformador que se inició en mayo de 2003 y que además quiere consolidar definitivamente y profundizar el camino emprendido. Es el Pueblo quien marca la agenda. Y ese es el primer consenso.

martes, 1 de noviembre de 2011

El Kirchnerismo es al Siglo XXI, lo que el Peronismo al Siglo XX



Las razones de un triunfo maravilloso

Por ENRIQUE MASLLORENS – Periodista y dirigente peronista.

(Tiempo Argentino – 31.10.2011)

Teníamos razón cuando a pesar de la rabia, de la impotencia y del hartazgo, supimos entender el mensaje de unidad, de integración al que nos convocaba la presidenta para seguir creando y creciendo.

Ni ahora ni antes he creído que la razón sea una consecuencia directa de la cantidad de gente que aprueba o vota alguna idea o a un partido político. La Historia está sembrada de decisiones de mayorías circunstanciales que se han extraviado inclusive hasta el suicidio como sociedad o como Nación. Aunque la tortura y la pena de muerte tuvieran la aquiescencia de amplios sectores, seguirían siendo una sinrazón. Es y será inaceptable la expoliación de otras naciones, el racismo, la negación de la identidad de un pueblo, aunque sea la voluntad mayoritaria del país agresor.

Dicho lo cual y previendo que el discurso opositor-mediático se volverá cada vez más incandescente y sobrevendrán las habituales y obscenas comparaciones con la Alemania de Hitler o la Italia de Mussolini, queda debidamente expresado que las razones de la razón de este avasallador triunfo, de esta ratificación abrumadora, de esta muestra de esperanza, confianza y fe en el gobierno nacional, no sólo se apoyan en razones estadísticas, aunque tal vez sí, en aquellas “patas en la fuente” del 17 de Octubre de 1945.

Teníamos razón cuando contra viento y marea Néstor y Cristina decidieron abrir el camino para saldar con justicia las heridas abiertas por el terror de la dictadura cívico-militar. Sin verdad y sin memoria los pueblos se marchitan, se inmovilizan y envejecen.

Teníamos razón cuando a pesar de la rabia, de la impotencia y del hartazgo, supimos entender el mensaje de unidad, de integración al que nos convocaba la presidenta para seguir creando y creciendo. Supo el Pueblo abstraerse de las amenazas, de las agresiones, de las falsedades, los pronósticos delirantes y catastróficos. Los emisores, repetidores y voceros de esas patrañas han comenzado a despedirse de la vida política, porque ya casi nadie los escucha. Y lo que es peor, han perdido el poco respeto que conservaban.

Teníamos razón en contrariar el paradigma neoliberal, las recetas de los países “serios”, en el desendeudamiento para recuperar libertad de acción y soberanía. Y en utilizar al Banco Central a favor del país. El domingo 23 se votó también por estas razones. Y hubo tal vez alguno que recordó –sólo como un ejemplo– al radical-duhaldista Rodolfo Terragno recomendándole a Cristina, en el diario La Nación, que aprendiera a hablar en irlandés, porque ese país era un ejemplo en lo económico. Y también se votó por el fastidio de no encontrar jamás una autocrítica, un pedido de disculpas de los opositores, gurúes y escribas.

Teníamos razón en volver a poner al Estado como articulador, compensador y contenedor de las relaciones entre las personas y los intereses sectoriales y corporativos. Sólo el Estado en manos de un movimiento nacional y popular fue y es capaz de incluir, crear trabajo genuino, luchar contra la pobreza, proteger a los más débiles y volver a la concreción de que “los únicos privilegiados son los niños”. También se plebiscitó la AUH, la asignación para las embarazadas –aunque Miguel del Sel las bastardeara de manera soez y discriminatoria–, los 5 millones de puestos de trabajo, las paritarias –aunque Binner reclamaba no pedir aumentos de salarios–, las nuevas y buenas relaciones entre la CGT y la CTA.

Teníamos razón cuando azorados por la valentía de CFK apoyamos la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual por la que veníamos luchando desde hacía años. Con Gabriel Mariotto como adalid, recorrimos foros, medios realmente independientes de los monopolios, universidades, provincias enteras, sabiendo que esa lucha era fundamental para la libertad de expresión y muy especialmente para la libertad y el derecho a la información. Era y es una pelea por la democracia, la pluralidad, la construcción de sentido y la verdad.

Al Grupo Clarín y a su socio en la ensangrentada empresa Papel Prensa, La Nación, cada vez hay menos gente que les cree o respeta. También se votó contra la mentira organizada, por la bronca de muchos de sentirse violados y burlados en su buena fe tantos años por Magnetto y compañía y por los opositores que prefirieron ser su furgón de cola por un minuto de televisión o una fotito en el diario.

Teníamos razón en asumir nuestro destino suramericano, con la impronta expansiva y patriótica de Néstor, con la reivindicación del Mercosur, y la creación de la Unasur. Votamos tan aluvionalmente lo que hizo Cristina en este rumbo y lo que sabemos que seguirá haciendo. Con tantos países en estado de conmoción y convulsión, elegimos por convicción, historia y en defensa propia por nuestra región.

Teníamos razón en seguir ofreciendo y construyendo un modelo que prioriza la educación, que impulsa la ciencia y la tecnología como estrategia de desarrollo inclusivo y recoge y multiplica lo hecho por Perón entre el ’46 y el ’55. También se votó con alegría por la recuperación de la autoestima y el orgullo de pertenecer a un país soberano en todos los aspectos.

Son tantas las razones de este triunfo maravilloso, que como una música del pueblo resuenan en los oídos de muchos de nosotros y de muchos que ya no están, esos versos callejeros: “A pesar de las bombas, de los fusilamientos, de los compañeros muertos... ¡No nos han vencido!”