miércoles, 18 de noviembre de 2009

Apuntes para definir la CULTURA PERONISTA

Tal vez suena abusivo definir la existencia de una “cultura peronista”, por lo menos en el sentido clásico. Pero sin dudas el peronismo dejó para siempre su impronta en la cultura argentina.
Lo distintivo se vincula con lo sensual y corpóreo que aporta el justicialismo ya desde su concepción movimientista. La inclusión y la pertenencia coral. La identidad y los distintos trasvasamientos y sinergias de un proyecto policlasista, humanista y esencial e ineluctablemente nacional.
El peronismo le permite y promociona en el pueblo su derecho al disfrute. Al trabajador le devuelve la dignidad de mirar a los ojos –de igual a igual- a su capataz o a su empleador, lo vuelve a erguir. Reparte dentaduras postizas en cajitas que dicen “En la Argentina de Perón y Evita, los humildes sonríen sin complejos de pobreza” y les devuelve la risa y lo que es mejor, la carcajada. Conocen el mar y las sierras y gozan las vacaciones en temporada. Hay pan dulce y sidra en todas las mesas navideñas.
Es la irrupción aluvional de los trabajadores y cabecitas negras en todas las esferas, lo que introduce definitivamente en la sociedad la multiplicidad de colores, risas, músicas y voces que espantan a los discretos y pacatos sectores del medio pelo y les inocula el odio sin fin. Todo espacio de placer es ocupado sin permiso y sin complejos por los excluidos de siempre.
La cultura peronista es ruptura y resistencia. Es un sello indeleble y definitivo que distingue a la Argentina aún en el contexto de la Patria Grande. Es desjerarquizante, horizontal. Es el subsuelo que asciende para quedarse en la Patria de los iguales.

Enrique Masllorens

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